
“Tú coronas el año con tus bienes” (Salmo 65:11)
¿Quién conoce el poder de tu ira, Y tu indignación según que debes ser temido? Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría. (Salmo 90:12)
Se termina un año, comienza otro… la gracia de Dios nos ha acompañado y sin duda nos seguirá acompañando, trayendo nuevas sus misericordias cada día. (Lamentaciones 3:22,23)
Nosotros, que somos creyentes sabemos que las cosas son así, pero a nuestro alrededor hay muchas personas que no conocen a Dios ni han recibido a Cristo como su Salvador y todavía ignoran lo que les espera y que no quieren pensar en eso, creyendo que aún queda suficiente tiempo para solucionarlo en otro momento.
Pronto, los que confiamos en Cristo como nuestro Salvador nos iremos con él, pero muchísimos, de los que hoy tenemos cerca, los cuales nos saludarán con afecto deseándonos un feliz año y con los cuales nos relacionamos habitualmente, se quedarán en la tierra, sufrirán las grandes calamidades que están anunciadas, y se perderán para siempre. Cuando pensamos en esto, nuestro corazón se acongoja y nos insta a avisarle que se reconcilien con Dios mientras aún pueden hacerlo.
Vivir la vida, disfrutar de los bienes de Dios mientras esperamos que venga Cristo, sin sentir compasión por las almas y predicarles el evangelio no es un estado normal ni sano en la fe.
Levantémonos y aprovechemos todos los medios y formas que tenemos a mano para predicarles el evangelio. Martín Lutero solía decir. Nuestro trabajo es llevarles el evangelio a los oídos, luego Dios lo llevará desde los oídos al corazón….
Pensamientos para reflexionar