
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2:20,22)
“Él sacará la piedra de remate con aclamaciones de: ¡Gracia, gracia a ella! … Las manos de Zorobabel echaron los cimientos de esta Casa, y sus manos la acabarán” (Zacarías 4:7 y 9 V. Moderna)
Los edificadores en Israel, Fariseos, Saduceos y demás religiosos, desecharon a Cristo, la principal piedra del ángulo. Ellos se jactaban de tener el templo que era una obra monumental, con ornamentos y piedras imponentes, pero de todo aquello: “No quedaría piedra sobre piedra” (Mateo 24:2) Lo cual se cumplió cuando los ejércitos romanos tomaron Jerusalén en el año 70 DC. Sin embargo, el Señor levantaba un nuevo edificio, una casa espiritual, un templo santo (Efesios 2:21) que permanecería para siempre. (Mateo 16:18)
En ese nuevo edificio, Cristo es el fundamento, la principal piedra del ángulo que Dios ha puesto en Sion. Sion contrasta fuertemente con el monte Sinaí que nos habla de la ley (Hebreos 12: 18-22) Es el lugar del triunfo de David (2 Samuel 5:7) El lugar donde Dios quiso establecer su trono de gracia en la tierra. Eso, se basa en Cristo, y termina en Cristo, pues también Cristo es mencionado como piedra de remate con la cual concluye la edificación del edificio que representa a aquellos salvos por gracia, mediante la fe.
La iglesia de Cristo, compuesta por todos los hijos de Dios, no las denominaciones hechas por los hombres, donde se agrupan solo algunos creyentes conforme a sus gustos e interpretaciones particulares, tiene como base a Cristo, pues él es su salvador. (Efesios 5:23) y Él habita en medio de los suyos quienes forman un templo santo.
Pensamientos para reflexionar