
“Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1:9)
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)
El género humano fue creado por Dios para vivir en Su comunión. El pecado, trastornó todas las cosas, y el hombre a causa del pecado se encuentra destituido de la gloria de Dios, de la presencia gloriosa de Dios (Romanos 3:23) Si hay algo que le impide al hombre acercarse a Dios y gozar de Su comunión, eso es el pecado.
Gracias a Dios, ese problema del hombre, fue solucionado por Dios, quien ha provisto un maravilloso salvador en Cristo Jesús, quien por el sacrificio de sí mismo quitó de en medio el pecado (Hebreros 9:26) Sin el pecado sobre sus hombros que lo condene, el hombre ahora puede acercarse a Dios confiadamente y entrar en el gozo de la comunión de los santos.
Una vez salvo y reconciliado, ¿La comunión con Dios puede interrumpirse? La Biblia nos enseña que cuando un creyente peca, no pierde su salvación, sino que pierde su comunión, pues la comunión con Dios se interrumpe. Sigue siendo un hijo de Dios, pero lo note o no, pierde el gozo de su salvación, y experimenta el vacío de la falta de comunión con el Señor.
Allí el Señor interviene y obra en el corazón de quien haya pecado conduciéndolo al reconocimiento, el arrepentimiento y la confesión. Porque luego de la confesión del pecado, Dios perdona y restaura, y todo vuelve a estar en orden (1 Juan 1:9)
Pensamientos para reflexionar