“La gloria de los jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez” (Proverbios 20:29)
“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios” (Eclesiastés 11:9)
Dios se dirige a los jóvenes y les hace ver la realidad de una vida que ellos no conocen. Los jóvenes son fuertes, están en la plenitud de la vida y es justamente allí donde las personas pueden caer en el error de pensar que ya son grandes y que no necesitan que se les diga las cosas. Que pueden arreglárselas solos y hacer lo que quieran. En realidad, uno puede hacer lo que quiera, lo que no podrá, es evitar las consecuencias, y Dios dice claramente en su Palabra, por medio del sabio Salomón que, sobre todas esas cosas “te juzgará Dios”
Marchar tras los deseos del corazón no es bueno, porque el corazón natural del hombre es un corazón engañoso y perverso. (Jeremías 17:9) Caminar en la vista de los ojos, no conduce al bien, porque los deseos de los ojos, no proceden del Padre, sino del mundo (1 Juan 2:16)
El joven Sansón vio a una mujer filistea y le pidió a su padre que se la tomara por mujer, no queriendo entrar en razones, cuando se le dijo que tomara mujer de entre el pueblo de Dios, aduciendo: “Esta agrado a mis ojos” (Jueces 14.1-3 RVR09) Esa desobediencia lo llevó a la ruina.
¿Cómo deben andar entonces los jóvenes? Conducidos por la Palabra de Dios.
“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Salmo 119:9)
Pensamientos para reflexionar