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“Y Zacarías… fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo… El Señor nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder Que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.”(Lucas 1:67-75)
Zacarías, el padre de Juan el bautista, lleno del Espíritu Santo profetizó las palabras del versículo del encabezamiento, siendo ésta, una profecía bien detallada de lo que iba a ser Dios por medio de su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Notemos bien, dice librados de nuestros enemigos. Jesús, traería liberación y redención. En el Antiguo pacto vemos que los enemigos eran principalmente referidos a naciones e imperios que los dominaban, empobrecían y esclavizaban. Para nosotros siempre la liberación, redención y salvación completa tiene un sentido espiritual y así se cumplió. Pues como dijo Jesús: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36) Libres del pecado, de Satanás, de la ley, y del mundo…
Así le servimos hoy. Servir en ese pasaje se refiere también a tributarle culto, tal como hacemos nosotros, le servimos, es decir adoramos sin temor, porque conocemos el perfecto amor de Dios que quita fuera el temor (1 Juan 4:18) Y esto, en santidad y justicia delante de él. ¡Qué maravilla! Santos y sin mancha delante de él (Efesios 1:4) y en justicia, pues nadie puede objetar nada, de que personas como nosotros hoy sirvamos a nuestro Dios, pues la sangre de Jesucristo su Hijo, nos limpia de todo pecado.
¡Bien podemos cantar!: “Tu pueblo libre y salvado, te celebra oh gran Dios por tu amado, el Hijo que aquí te complació” (Himnos y Cánticos N° 1)
Pensamientos para reflexionar
