
“El alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo… Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte.” (1 Samuel 18:1 y 4)
Jonatán, en los versículos del encabezamiento, es una figura clara de quien se convierte al Señor, y pone todo a sus pies.
Su alma quedó ligada a David, figura de Cristo, porque: “el que se une al Señor, un espíritu es con él” (1 Corintios 6:17)
Le entregó su manto que era su cubierta, una prenda fundamental en aquellos tiempos. El manto de un príncipe. Esto nos muestra que se despojó de su gloria.
También le entregó otras ropas suyas y todas sus armas. Actuar así, manifiesta una conversión genuina.
La ropa, generalmente, es en lo que se manifiesta más la vanidad de las personas. Es en lo que la gente presta más atención y más gasta. Es lo que adorna la imagen que se desea dar. La ropa de Jonatan, era bien confeccionada y a la moda de aquel momento. Sin embargo, quien se entrega al Señor, se despoja de toda su vanidad.
Jonatán cedió todo: Su manto, figura de su cobertura real. Sus ropas, figura de lo que lo hacía atractivo para el mundo; y sus armas terrenales en las que confiaba; porque ligó su alma, a quien pasó a ser, su verdadera gloria y defensa.
El que se convierte, coloca todo a los pies de Cristo. Las cosas que deshecha, y aquellas que ofrece, para que el Señor las use para su gloria.
Pensamientos para reflexionar