Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados… Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo. (Salmo 103: 8-10 y 14)
Luego del pecado del becerro de oro, Jehová habló con Moisés, quién con mucha inteligencia espiritual intercedió por el pueblo, hasta que Jehová le dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Éxodo 33:14,15) ¡Qué sabias fueron esas palabras!
Anteriormente, Dios le había dicho, enviaré al ángel delante de ti que eche fuera al cananeo, al amorreo, al heteo… a la tierra que fluye leche y miel; pero Yo no subiré en medio de ti. (Éxodo 33:2,3)
Cualquier otro hubiera dicho: Si finalmente seré llevado a la tierra de la promesa y el ángel echará fuera al enemigo, sigamos adelante. Pero Moisés, no quiso. Él quería que el Señor fuese con él, porque eso lo garantizaba todo.
Alguien podría preguntarse: ¿No tenía poder el ángel para conducirlo? Ciertamente que sí, y Moisés lo sabía, pero sabía que el ángel, poderoso en fortaleza, ejecutaría la Palabra de Dios sin contemplación (Salmo 103: 20) y ese pueblo necesitaba tratar directamente con el Señor que era grande en misericordia, quien les tendría paciencia y los perdonaría…
La frase: “Si tu presencia no ha de ir conmigo no nos saques de aquí”, debemos tenerla todos como base. No vayamos a ningún lugar, ni hagamos nunca nada, sin estar seguros de que el Señor está con nosotros conduciéndonos por ese camino.
Pensamientos para reflexionar