CONOCER LA PALABRA Y VIVIRLA

“Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18)

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16,17)


Un reconocido creyente del siglo XIX, muy conocedor de las Escrituras, se encontraba hablando con otro creyente, el cual, asombrado por el conocimiento que poseía el hermano, le dijo: ¡Gloria Dios, hermano! ¡Cómo conoce usted la Palabra! Personas así necesitamos en la congregación…

A lo cual el creyente elogiado respondió: Lo que da gloria a Dios mi querido hermano, no es el conocimiento que uno tenga, sino el cumplimiento de lo que se conoce acerca de Dios en todos los detalles de nuestra vida. Lo que necesita la congregación es que los hermanos que ministran la Palabra, la vivan, gente que viva lo que conoce, tal como lo dijo el Señor: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:19) ¡Qué gran verdad!

Los primeros cristianos aprendieron a los pies del Señor y fueron llenos del conocimiento espiritual por medio de su dedicación y su vida piadosa. Aprendían las cosas santas viviéndolas. El Espíritu Santo los conducía a toda la verdad, de una manera sensible, cuando llenos del Espíritu Santo deseaban aprender más para la gloria de Dios. En la actualidad es distinto. Hoy los cristianos pueden ostentar títulos de Pastor, Maestro, Doctor, Teólogo… conseguidos en Seminarios e Institutos Bíblicos, los cuales pueden capacitar, pero no pueden hacer de una persona un ministro según Dios “Porque no puede el hombre recibir nada si no le fuere dado del cielo” (Juan 3:27)


Pensamientos para reflexionar

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