
“Y sirvieron a sus ídolos, Los cuales fueron causa de su ruina” (Salmo 106:36)
“Por tanto, amados míos, huid de la idolatría” (1 Corintios 10:14)
La idolatría está ampliamente castigada en la Biblia, y considerada como una necedad.
Porque “se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos” (Isaías 2:8) “No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva” (Isaías 45:20)
El primer pecado de Israel al recibir la ley fue hacer un becerro de oro representando a Jehová. “Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (Éxodo 32:4)
El hombre necesita ver, no puede confiar ni caminar por fe, por eso da rienda suelta a su imaginación y peca cayendo en la idolatría (Romanos 1:23)
El ídolo ocupa el lugar de Dios. Si alguien ve a una persona postrarse en veneración ante una estatua, efigie, cuadro, dibujo o amuleto; dirá: He aquí un idólatra, postrado ante algo que ocupa el lugar que le corresponde a Dios en su corazón. (Ver Mateo 4:10)
Sin embargo, la Biblia enseña que hay muchas otras cosas que son idolatría, por ejemplo: “la avaricia” (Colosenses 3:5)
Lo que llena nuestro corazón, dirige nuestros pensamientos y nuestro obrar; y nos da fuerzas para vivir transformándose en nuestro todo. Si no es Dios, es un ídolo.
Por eso el apóstol Juan advierte: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21)
Pensamientos para reflexionar
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