UN MONSTRUO LLAMADO PECADO

“Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados” (Romanos 2:12)


El pecado es como un monstruo horrible que nos espanta terriblemente cuando nos encontramos con él por primera vez. Si  ese monstruo, aparece de vez en cuando, ya no nos resulta tan aterrador. Y sí, finalmente, lo vemos todos los días, le perdemos tanto el horror que podemos convivir con él sin ninguna dificultad.

Esto es muy cierto y nos enseña que del pecado, debemos estar bien lejos, sino, pronto lo veremos con otros ojos y caeremos bajo sus garras.

Generalmente, al pecado se lo relativiza, y se lo menciona utilizando eufemismos que no lo nombran  categóricamente. Sin embargo, el pecado, es pecado.

Tengamos presente que, el hombre, no es pecador porque peca; sino que peca, porque es pecador.

La Biblia enseña que el pecado está intrínsecamente arraigado a nosotros y no podemos  corregir eso a pesar de nuestros esfuerzos.

¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? (Jeremías 13:23)

A pecar no nos enseña nadie. Lo malo nace naturalmente en nosotros; lo bueno, en cambio,  debemos aprenderlo. “Dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien (Isaías 1:16,17)

Por esto, debemos evitar todo cuanto nos incita a pecar: Lugares, ocupaciones, amistades, entretenimientos… Y ocuparnos en las cosas de Dios  “porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro 1:10)


Pensamientos para reflexionar

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