“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11)
Los cristianos luchamos “… Contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12) y Satanás, sabiendo que le queda poco tiempo, suelta toda su artillería a la vez.
Ataca a grandes y chicos. A ricos y pobres sin distinción. Si no nos puede detener, nos empuja. Fomenta el legalismo y la liviandad; la falta de información y la sobre información. Alienta a las sectas y las prospera, a la vez que ataca todo testimonio verdadero de Cristo.
Utiliza todas sus armas según el caso, el lugar, la ocasión… Nunca como en nuestros tiempos, hay tantas cosas disponibles para hacernos mal espiritualmente. Si no nos puede devorar (1 Pedro 5:8) buscará hacer que la sal pierda su sabor.
¿Cómo hacerle frente a esto?
El Señor nos enseña que “En vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave” (Proverbios 1:17)
Las aves se elevan, debemos buscar las cosas de arriba; andar en nuestras alturas (Habacuc 3:19)
No olvidemos nuestra posición celestial, negando nuestro carácter de peregrino sobre esta tierra, en separación del mal. Porque estos dos principios: El de un cristianismo espiritual, de carácter celestial, no terrenal; y la separación de toda especie de mal, nos mantendrán firmes en la fe a pesar de las asechanzas del diablo.
Pensamientos para reflexionar