“La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz” (Romanos 13:12)
Las cosas avanzan sorprendentemente, y pronto nos acostumbramos a cosas que no deberíamos, pues nos apartan de la fe verdadera.
Hoy deseamos decir algo sobre Halloween; para muchos, una fiesta más, con sus típicos atractivos, que nuestra sociedad va adoptando debido a la atracción que causa en los niños.
Halloween, es una fiesta eminentemente idólatra y hechicera, costumbre de los antiguos Celtas, y que se celebraba el 31 de Octubre, desde hace más de 3.000 años.
Los celtas habitaban las zonas de Irlanda, Francia, Escocia e Inglaterra. Con el correr del tiempo y las inmigraciones, esta festividad se trasladó a otros países.
Esta fiesta, tiene atractivo por sus disfraces y formas de celebración, pero, ¡cuidado! Eso que parece inocente, no lo es. Es la emulación de lo que hacían los antiguos druidas, al entrar en contacto con los espíritus de los muertos. Por eso, ese día lo adoptaron los satanistas y la brujería.
Prácticas condenadas por la Biblia y que todo cristiano debe rechazar.
La Biblia dice: “No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” (Efesios 5:11)
“Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir… ” (Levítico 20:27)
¡Cristianos, cuidemos a nuestros niños! Festividades como la HALLOWEEN, no honran a Dios y los introducen sin darse cuenta en un ámbito que Dios reprueba.
Pensamientos para reflexionar