
“Mas el que es engendrado de Dios, se guarda á sí mismo, y el maligno no le toca” (1 Juan 5:18)
Resistid al diablo, y huirá de vosotros (Santiago 4:7)
Los creyentes somos conscientes que libramos una batalla espiritual permanente. “Contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11) “porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1Pedro 5:8)
Solemos decir que en Cristo “Somos más que vencedores” (Romanos 8:37) Sin embargo, muchas veces nos sentimos derrotados y el diablo no huye, porque no es resistido.
¿Porque no podemos vencer, cuando el diablo actúa en nuestro medio haciéndonos tanto daño?
Seguramente uno de los principales motivos está en el incumplimiento del versículo citado, el cual, completo dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7)
No tendremos fuerzas para resistir a nadie, si primeramente no estamos sometidos a Dios.
Someterse es aceptar la autoridad y voluntad de Dios, expresada en su Palabra. Ante un ataque del maligno no podemos responder con improperios “devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición” (1 Pedro 3:9) No podemos decir en nuestro corazón: “Como me hizo, así le haré; Daré el pago al hombre según su obra” (Proverbios 24:29) Porque estaríamos desobedeciendo a Dios y de esa manera el diablo vence.
Él no huye si pecamos. Si logra hacernos desobedecer triunfa.
Sometámonos a Dios. Obremos como hijos de Dios conforme a su palabra, y el diablo huirá, porque es resistido.
Pensamientos para reflexionar