
“Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre” (Deuteronomio 12:28)
Generalmente, las personas quieren vivir libremente y ante cualquier observación que se les haga, responden: ¡¿Qué tiene de malo?!
Esta expresión tan común, no debería ser la de los hijos de Dios. Un verdadero cristiano, no debería expresarse de esa manera.
Primeramente, porque a él se le dice: “y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor” (Colosenses 3:23) “Todo para la gloria de Dios” (2 Corintios 10:31) Por lo tanto, la pregunta que deberíamos hacernos siempre, es: ¿Cómo glorificará al Señor, esto que deseo hacer? ¿Cómo llevará gloria para Dios tal o cual emprendimiento? ¿Será glorificado Dios, si acepto tal propuesta o invitación? Y si no encontramos una respuesta satisfactoria, entonces, mejor detenernos y no continuar.
Tengamos presente, que no estamos llamados solamente a no hacer lo malo, sino a HACER LO BUENO.
Además, la pregunta: ¿Qué tiene de malo? Ya manifiesta el mal. Consciente o no, quien pregunta así, es porque desea hacer algo y espera un mandamiento explícito que lo prohíba. Más, el que busca glorificar a Dios, siempre encuentra principios espirituales que lo guíen, aunque no encuentre un versículo que literalmente lo exprese.
Vivimos en un mundo que rechazó la luz. Que desechó a Cristo. “Que está contaminado, corrompido grandemente. (Miqueas 2:10) ¡¿Cómo podríamos preguntar?! ¿Qué tiene de malo, lo que no procede del Padre, sino del mundo?
Pensamientos para reflexionar