“Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; Mas Jehová hizo los cielos” (Isaías 16:26)
Las personas pueden tener la idea que prefieran acerca de Dios, lo que no podrán hacer, es que eso, en lo que creen, sea verdaderamente la deidad suprema.
Se oye decir: Todos adoramos al mismo Dios, aunque lo llamemos de distinta forma:
ESO ES FALSO.
Alá, no creo los cielos y la tierra, ni envió su Hijo Unigénito al mundo para salvar a los pecadores.
Ni Buda, ni Mahoma, ni Confucio, nacieron de una virgen, fueron sin pecado, resucitaron de entre los muertos; ni tampoco prometieron venir a buscarnos.
“El único y sabio Dios” (Romanos 16:27) se ha dado a conocer y manifestado su voluntad por medio de su Palabra: La Biblia. No nos dejó a nuestro arbitrio para que lo conozcamos y lo interpretemos como mejor nos parezca.
Uno puede vivir creyendo que se relaciona con Dios a su manera y eso, darle fuerzas tranquilizando su conciencia, pero, ¡cuidado! Cada cosa debe ser vista frente a la Biblia, para saber si verdaderamente es así (Hechos 17:11)
Lo importante, no es la fuerza que encontremos a diario en algo, sino la seguridad de nuestra salvación. Porque “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después… el juicio” (Hebreos 9:27) y para ser recibido por Dios hay una sola condición: Haber recibido a Cristo como Salvador personal.
“Porque en ningún otro hay salvación” (Hechos 4:12)
Pensamientos para reflexionar
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