
Dad al Señor la honra debida a su nombre; Traed ofrenda, y venid delante de él; Postraos delante del Señor en la hermosura de la santidad” (1 Crónicas 16:29)
“Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria” (Isaías 42:8)
El Señor ha sido siempre celoso de Su gloria, Y el hombre ha tenido siempre el deseo de usurparla, tomando aquellas cosas que solo le corresponden a Dios.
Éste es el origen de los títulos halagadores tan comunes en la cristiandad actual, donde los llamados servidores de Cristo, ostentan títulos que denotan un gran desconocimiento bíblico y generalmente, falta de espiritualidad.
Tomemos por caso, la mención de PADRE, o SANTO PADRE.
Claramente el Señor Jesús dijo: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mateo 23:9) Sin embargo, vemos como se venera de esta manera, a simples mortales, en flagrante desobediencia.
También es común que a ciertos “ministros cristianos” se los llame: REVERENDOS.
REVERENDO Significa: Digno de reverencia. Y Dios únicamente es digno de tal mención.
No encontramos nunca en nuestras Biblias que los creyentes hayan sido llamados así
La versión inglesa, traduce el Salmo 119:11: “Holy and reverend is his name” “Santo y reverendo es su nombre”. Con respecto a Dios.
En castellano se tradujo: “Santo y temible es su nombre” Pues, al parecer, el vocablo tiene su origen en la palabra temible, término que también es frecuentemente aplicado al Señor y no a los hombres.
Pensamientos para reflexionar