“Andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados” (Isaías 50:11)
Es muy común ver cómo la gente aduce su libertad de pensamiento, y cada vez que se le habla de Dios, mezcla todo y dice cosas como estas: Yo creo en Dios, pero la religión no me termina de cerrar… Creo a mi manera, pero ser fanático de la Biblia no… Yo creo en Dios pero, no descarto la ciencia, hay que tener una mente amplia…
Estas definiciones, hacen que las personas se sientan cómodas, teniendo un poco de todo. No se sienten incrédulos, ni religiosos.
Con esta postura, la conciencia podrá encontrar cierto alivio; pero, el alma seguirá sintiendo su vacío.
El hombre fue hecho por Dios, y para tener una relación con él. Esa relación se ve interrumpida, por la presencia del pecado desde el comienzo, y esto se sufre, consciente o inconscientemente. Nadie puede ser feliz si no vive en comunión con Dios.
Por eso, el hombre no necesita una religión, sino una relación.
Necesita reconciliarse y ponerse a cuenta con Dios, de quien está separado a causa del pecado.
Obviamente, el pecado, <esa raíz pecaminosa que está en los seres humanos desde la caída> (Génesis 3) No solamente ocasionó alejamiento, sino que, como toda desobediencia, amerita culpa y castigo.
Ponernos a cuenta con Dios, es aceptar nuestra bancarrota moral y recibir por fe la salvación que Dios ofrece en Cristo Jesús. (Romanos 4:5)
Pensamientos para reflexionar