PARA COMPONER AL MUNDO

“Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio” (Mateo 23:26)


Hay una historia muy conocida,  que dice que  una madre viajaba en tren con su hija pequeña, quien, aburrida, por lo largo del viaje,  le pedía a su madre algún entretenimiento.

De repente, la madre tuvo una idea. Arrancó una hoja de una revista, donde había un mapamundi, lo cortó en pedacitos, haciendo un rompecabezas, y se lo entregó. Con la tranquilidad de verla ocupada, se sumergió en la lectura, pero, de repente, la  niña la interrumpió, para decirle que ya lo había hecho. ¿Cómo es posible? Preguntó la madre.

Muy sencillo, contestó la pequeña. Del otro lado de la hoja, estaba la figura de un hombre. Entonces pensé: Si compongo al hombre, quedará el mundo en orden.

El razonamiento de la pequeña, concuerda con lo que Dios nos enseña por medio de su Palabra.

Para ordenar al mundo, tendríamos primeramente que componer al hombre. Pues mientras el hombre no cambie, es imposible.

Para que las cosas cambien, debemos cambiar nosotros. Y sólo Dios puede cambiar al hombre, dándole una nueva naturaleza, donde sus pensamientos, sus gustos y afectos cambien rotundamente. “Porque si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Corintios 5:17)

Quien desee cambiar su vida, su matrimonio, su historia… No debe esperar que todas las cosas cambien a su alrededor sino, recomponerse personalmente, con una nueva vida, donde sea Cristo su Salvador y Señor.


Pensamientos para reflexionar

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