
“Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1)
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48)
Jesús… “con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:14)
La Biblia menciona en muchas oportunidades la palabra: PERFECTOS, los hombres también utilizamos ese vocablo, aunque a veces lo utilizamos mal. Algunos lo utilizan para justificar debilidades de la carne, o cosas que tendríamos que juzgar en nosotros, diciendo: “y bueno, ¡nadie es perfecto!… Perfectos seremos en el cielo”, o cosas por el estilo. Dios no utiliza el término en ese sentido, porque utilizado así negaría la perfección de Cristo en sus santos.
Los hijos de Dios somos aceptos en Cristo, el amado. (Efesios 1:6) Dios nos ve a través de Cristo, en su santa perfección. “Como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17) Es bien cierto que la carne es totalmente imperfecta e irremediable. Por eso Cristo Jesús vino al mundo. Dios no mejoró la carne en nosotros, nos dio una nueva naturaleza que es sin pecado y perfecta, porque es la naturaleza divina (2 Pedro 1:4) ¿Podríamos entonces justificarnos delante de Dios, diciendo: ¡nadie es perfecto!? De ninguna manera. Porque Cristo en nosotros, es perfecto.
Dios no trata con el cristiano en la carne. Dios tiene tratos con el nuevo nacido. La carne, obviamente, no será nunca perfecta ni aquí, ni en el cielo, porque allí no entrará. Por lo tanto, debemos situarla en la muerte de Cristo y mientras estamos aquí, andar en el Espíritu, para no satisfacer sus deseos (Gálatas 5:16)
Pensamientos para reflexionar