“Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca” (Efesios 2:17)
Fariseos, herodianos, saduceos, todos trataron de sorprender en alguna falta o contradicción al Señor Jesús, pero, siempre “maravillados de sus respuestas callaban” (Lucas 20:26)
Un escriba le hizo una pregunta, y al ver que el Señor Jesús había respondido bien, el escriba ratificó sus palabras, por lo cual: “Jesús, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios” (Marcos 12:34)
Para entrar al reino de Dios, no basta la religiosidad. A Nicodemo, un fariseo, principal entre los judíos, Jesús le dijo: “Os es necesario nacer de nuevo… Porque el que no naciere de nuevo, “no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5,7)
Se puede estar lejos o cerca del reino, pero en ambos casos se está perdido.
Ni la religión, ni el conocimiento, dan entrada al reino de Dios. Los escribas y sacerdotes que le informaron a Herodes que en Belén nacería el Cristo, (Mateo 2:4,5) Sabían bien las Escrituras, sin embargo estaban lejos del reino de Dios.
Lamentablemente, hay personas, que frente a todo lo que ofrece el mundo, vacilan. Por un lado, conocen algo de las Escrituras y se encuentran cerca del reino, pero no dan el paso adelante. No hay en ellos entrega ni compromiso. En esa posición se aletargan, pero ¡cuidado! No estar lejos, no significa estar dentro. Aún, os es necesario nacer de nuevo.
Pensamientos para reflexionar