
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1)
En tiempos de Eliseo, hubo un episodio que nos refleja la obra de Dios trayendo vida a los muertos.
Un joven, hijo de una mujer Sunamita que reconocía a Eliseo como varón de Dios había fallecido. Eliseo, movido a misericordia se llegó hasta él y quedando a solas, “se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos” (2 Reyes 4:34,35)
¡Hermosa figura de la vivificación!
Eliseo figura de Cristo, movido a misericordia, fue hacia quien amaba y se identificó con él para poder darle vida. El muerto empezó a tener signos vitales, entró en calor… El trabajo de Dios continuó hasta que estornudó siete veces y abrió sus ojos. Manifestación evidente de que en él estaba la vida.
No se trata solamente de entrar en calor, por contacto con la vida, sino, de tener una manifestación desde el interior, para finalmente abrir los ojos y empezar a ver las cosas de otra manera, manifestando que se tiene vida eterna.
Muchos dicen ser de Cristo, pero nunca estornudaron.
Pensamientos para reflexionar