
Abre tu boca por el mudo En el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa del pobre y del menesteroso” (Proverbios 31:8,9)
La neutralidad implica no tomar partido hacia ninguno de los dos o más planeamientos, posiciones o posturas opuestas entre sí. Es una posición considerada cómoda, porque es la forma de no quedar mal con nadie.
Sin embargo, no siempre se puede ser neutral. Aquel que queda en el medio quizás recibirá luego ataques de los dos bandos.
Esto es común en los problemas familiares, laborales, institucionales… y ¡cuánto más en las cosas de Dios!
En las cosas santas de Dios, no puede existir neutralidad, porque no se trata de cosas opinables y relativas, sino de verdades fundamentales que estamos llamados a defender, “contendiendo ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” Judas 3
Cuando se trata de la persona y la obra del Señor Jesús, se aplica lo que El Señor dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12:30)
En tiempos de Débora se dijo: “Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová; Maldecid severamente a sus moradores, Porque no vinieron al socorro de Jehová, Al socorro de Jehová contra los fuertes” (Jueces 5.23) cuando Dios espera que se tome parte en su causa, no podemos no involucrarnos.
Una cosa, es ser prudente, mesurado, “no contencioso” (2 Timoteo 2:24) y otra, es como suele decirse: Querer quedar bien con Dios y con el diablo.
Pensamientos para reflexionar