ESPERAR EN DIOS

“De día mandará el Señor su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida” (Isaías 42:8)


Hay situaciones, en que “el alma se derrite” (Salmo 107:26) y buscamos la solución y no la hallamos. Sabemos de antemano que Dios está con nosotros, pero estamos en la espera de la respuesta divina con los cielos aparentemente cerrados. Allí la fe es puesta a prueba con la temperatura del crisol al máximo. Desfallecemos, y el tentador viene a susurrarnos: “¿Dónde está tu Dios?” (Isaías 42:3)

Si Dios nos abandonará en momentos así, sucumbiríamos. No hay nada que podamos hacer y nos atormentamos pensando: “No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable” (Nahúm 3:19)  “Por demás multiplicarás las medicinas; no hay curación para ti” (Jeremías 46:11)

Sin embargo, quien nos redimió nos conduce a volcarle nuestro corazón buscando su rostro, confesando las faltas, y reconociendo las debilidades,  porque no nos dejará abandonados.

Aunque muchos nos comprendan, pero nadie pueda ayudarnos, esperemos en su gracia, y luego podremos decir: “Y lo vio Señor… Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia” (Isaías 59:15,16)

Él  tiene todo en sus manos, e intervendrá en el momento justo. No habrá solución de parte del hombre, pero sí del Señor; quien no solo nos librará de lo que nos está abatiendo, sino que también nos afirmará en su justicia.


Pensamientos para reflexionar

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