
“Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis” (Ezequiel 18:32)
Generalmente, se piensa en la muerte como el fin de la existencia. Sin embargo, bíblicamente, tiene otro significado.
Dios que formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida. Y el hombre pasó a ser un ser viviente, especial y único (Génesis 2:7)
Desde ese momento, tuvo VIDA FÍSICA, pues comenzó su funcionamiento fisiológico, y también, VIDA EN EL SENTIDO ESPIRITUAL, por comunicación con su creador.
Lamentablemente, el hombre desobedeció la prohibición de Dios, y ese pecado, produjo muerte.
Muerte, significa separación.
La muerte, por lo tanto, tiene su origen en el pecado. “El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte…” (Romanos 5:12)
La muerte aparece luego del pecado, cumpliéndose lo que Dios había dicho: Si pecares “ciertamente morirás. (Génesis 2:17) Allí encontramos la muerte en dos de sus sentidos. MUERTE ESPIRITUAL porque el pecado separa de Dios y MUERTE FÍSICA. Porque el hombre, compuesto por una parte inmaterial y otra material, se separa al morir. (Génesis 3:19) “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:7)
El hombre debe reconciliarse con Dios mientras está vivo sobre esta tierra, pues la muerte física, lo priva de esta posibilidad, y en el estado que muera, salvo o perdido, así quedará. (Eclesiastés 11:3)
Pensamientos para reflexionar