LOS SAMARITANOS (1)

(Leer 2 Reyes 17)

“Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados. Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel” (2 Reyes 17:33,34)


El Antiguo Testamento, nos cuenta como Dios llamó a un pueblo para su gloria, lo apartó de las demás naciones y lo bendijo. A ese pueblo le dijo: “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí” (Isaías 43:10) Ese pueblo fue muy favorecido. Algunos preguntarán: ¿Y qué ventaja tuvieron? Muchas, “Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios” (Romanos 3:2) y “de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas…” (Romanos 9:4,5)

Lamentablemente, ese pueblo, a pesar de ser tan privilegiado, no obró bien para con Dios, desobedeció a la Palabra divina y tuvo que llevar las consecuencias. El reino de Israel se dividió en dos, el reino del norte, cuya capital fue Samaria y el reino del sur, cuya capital era Jerusalén. A causa de su pecado, Dios los entregó en manos de sus enemigos y así fue como, primeramente, los Asirios tomaron el reino del norte y llevaron cautivo a los hijos de Israel.

Samaria, por lo tanto, quedó desolada y los asirios trajeron gente de otros lugares para que habitaran la tierra juntamente con el residuo del pueblo que había quedado, lo que dio origen a una raza mezclada.

Continúa en la parte 2


Pensamientos para reflexionar

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