JESÚS PERFECTO EN TODO

“No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.  Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Juan 14:30,31)


Habiendo llegado la hora cuando nuestro Señor volvería al Padre, les habló a los suyos. El príncipe de este mundo, Satanás, se acercaba, y como príncipe del sistema corrompido de este mundo pondría a todos los hombres, judíos, gentiles, gobernantes y gobernados contra el Cristo de Dios, para darle muerte. Pero quedaba en claro, según las palabras de los versículos del encabezamiento dos grandes cosas. Una era que el Señor pondría su vida voluntariamente, pues para eso había venido. Nadie le quitaba la vida. (Juan 10:18)

Su muerte no era la consecuencia de que las fuerzas unidas bajo el mando de Satanás vencieran, <aunque esto era lo que deseaban> sino que él mismo voluntariamente se entregaba a ella, porque había venido para dar su vida por los pecadores (1 Timoteo 1:15).

Otra, es que Satanás, siendo el acusador (Apocalipsis 12:10) No pudo acusar en nada a nuestro Señor, porque Jesús era perfecto en todo. El príncipe de este mundo nada tenía en él. En Jesús no hubo nada impuro de todo aquello que se ve en los hombres. Nada del mundo que se le hubiese pegado, como frecuentemente sucede con nosotros. No pudo ser acusado, a no ser mintiendo trayendo testigos falsos, porque él lo hizo todo para la gloria de Dios. Lo que llenaba su corazón, su comida, era hacer siempre la voluntad del Padre, con quien vivía una comunión constante.


Pensamientos para reflexionar

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