“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar” (Hechos 1:1)
“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28,29)
La Biblia nos presenta siempre a nuestro Señor perfecto en todo.
Lucas al escribir los Hechos de los Apóstoles, resalta algo acerca de Jesús que tiene un valor extraordinario. “Jesús comenzó a hacer y a enseñar”
Jesús no enseñaba como los otros maestros, sino con autoridad y fidelidad, ya que, como sabemos, muchas veces la enseñanza nos queda grande y supera nuestras experiencias. En Cristo no fue así. Él fue quien dijo: “Tú has examinado mi corazón… Me has probado y nada infame has hallado, porque me he propuesto que mi boca no se exceda” (Salmo 17:3 RVR89Act) Es decir que, sus palabras no fueron más allá de lo que vivía o pensaba. Y así, todo cuanto dijo, lo cumplió en su vida.
El Señor acusó a la casta religiosa de esa época diciendo: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:2,3) El Señor, por el contrario. Él dijo: velad y orad, y pasaba las noches orando. Predicó el amor, y nadie tuvo más amor que él (Juan 15:13) Habló del perdón, y aun cuando lo condenaron a muerte, dijo “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34 y así fue en todo…
Nuestro Señor es el ejemplo perfecto.
Pensamientos para reflexionar