¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (1 Corintios 6:9,10)
La palabra de Dios es clara y cuando Dios dice que alguien que practica tal o cual cosa no heredará el reino de Dios, debemos entenderlo justamente así, más allá de las interpretaciones que puedan darles los hombres.
Hubo un tiempo que ciertas prácticas de pecado, como eran condenadas por la sociedad, se trataban de disculpar diciendo que eran por causa de una enfermedad. Que tales personas habían nacido así, y que por lo tanto no se los podía culpar por cómo eran, ni por la forma en la que vivían.
Actualmente, cuando hay una rebelión abierta contra toda ley, natural, ética, moral, religiosa. Ya no se piensa que sea una enfermedad, sino una elección genuina que toman los seres humanos de vivir como quieran hacerlo. Aunque, igualmente, muchos siguen pensando que las personas nacen así, y que, por lo tanto, no son responsables ante Dios.
Los hombres pueden opinar y dictaminar lo que sea, pero no son los hombres los que dicen como son las cosas, ni establecen lo que está bien y lo que está mal, sino Dios.
Si Dios condena esas prácticas como pecado, y los que practican tales cosas se pierden, esas cosas no pueden ser una enfermedad, ni algo con lo que uno nació y de lo cual no es responsable. Pues si fuera así, Dios no podría castigar al hombre por eso, porque nadie tendría la culpa.
Pensamientos para reflexionar