“Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma” (Salmo 143:8)
“Ten misericordia de mí, oh Dios… Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que me favorece” (Salmo 57:1,2)
David fue un hombre que hizo muchas experiencias y tuvo la cualidad de saber siempre volverse a Dios, clamando su favor inteligentemente.
Él sabía que “Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará el Señor” (Salmo 34:19)
Para David, como para nosotros, muchas son las aflicciones, porque son muchas las áreas de nuestra vida y los aspectos en los cuales podemos ser entristecidos. Uno puede tomar recaudos en ciertas cosas, pero siempre quedarán otras al descubierto. Solamente aquellos que claman y esperan en el Dios altísimo, pueden descansar tranquilos, porque saben que tienen a un Dios que los favorece.
Dicen que la palabra FAVORECE, en hebreo significa: Hacer o realizar todo…
En el contexto del Salmo 57, sería como decir: “Clamaré al Dios altísimo, al Dios que hace todas las cosas, y en quien por lo tanto puedo descansar tranquilo”
Qué descanso encuentra el alma sabiendo que Dios está por encima de todo cuanto le ocurra, haciéndolo todo; coordinando todas las cosas, para que todo finalmente nos ayude a bien y nada pase el límite durante el tiempo de prueba, de lo que realmente podamos soportar.
Pensamientos para reflexionar