
Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo… Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado… Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. (Éxodo 25:31,32 y 37)
“Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa” (Éxodo 26:35)
“Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia adelante del candelero” (Números 8:2)
El mobiliario del Tabernáculo nos habla figurativamente de cosas excelentes. Todo nos habla de Cristo y sus glorias resaltando las verdades cristianas.
El tabernáculo no tenía ventanas para la iluminación ni aberturas en el techo para que entrará la luz, lo cual nos enseña, figurativamente, que, en la Casa de Dios, la luz natural no es lo que prima, sino la iluminación espiritual, y esta, provenía del candelero de oro.
El candelero es una figura de Cristo. El oro en el tabernáculo lo vemos siempre como el metal por excelencia, puro, incorruptible, lo cual nos habla de Dios. Jesús es Dios, y es quien lo ilumina todo, por medio de aquellos que él utiliza como canales de bendición y de luz. Esta verdad se infiere al ver que el candelero tenía siete brazos. Número que nos habla de la plenitud y perfección.
Otro detalle muy importante es el que nos dice que el candelero debía alumbrar siempre hacia adelante. Esto quiere decir que el verdadero ministerio por el Espíritu, no lleva a quien ministra a alumbrarse el mismo, ni a su ministerio, ni a las cosas de su conveniencia. Sino siempre a Cristo y su obra. Recordemos que delante del candelero estaba situada la mesa y los panes de la proposición, lo cual nos habla de la obra de Dios sosteniendo y testificando la unidad de los suyos (Hebreos 9:2)
Pensamientos para reflexionar