“Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:12)
“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6)
Durante la pandemia de Covid-19 se habló mucho de los pacientes asintomáticos. Eran personas que tenían la enfermedad, pero sin manifestar sus síntomas comunes o teniendo síntomas muy leves lo cual los hacía irreconocibles.
Sarcásticamente se habla de supuestos cristianos asintomáticos, diciendo que no parecen, que no presentan síntomas de serlo, etc. Esto es muy triste, porque con ello se menciona a personas que diciendo que son de Cristo, no testifican serlo, sino que, por el contrario, hablan, se visten y se comportan como todo el resto que no conoce ni teme a Dios. No identificándose con Cristo, sino con la generación maligna y perversa, en medio de la cual tendrían que brillar y resplandecer (Filipenses 2:15)
Es además algo muy solemne, porque, así como los asintomáticos del Covid-19 no manifestaban estar enfermos, pero sin embargo lo estaban, los llamados cristianos asintomáticos, por lo general y en la mayoría de los casos, no presentan síntomas porque no son realmente cristianos. Se dicen cristianos, pero no han nacido de nuevo. El cristianismo no se trata de una manera de pensar, ni de algo sobre lo que se está de acuerdo, sino de una manera de vivir, fruto de una unión vital con Cristo. Por eso dicen las Escrituras: El que dice: “Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:4)
Pensamientos para reflexionar