EL ALTAR DEL SACRIFICIO
“Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos. Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas; los cuernos serán parte del mismo; y lo cubrirás de bronce” (Éxodo 27:1,2)
El altar del sacrificio es una clara figura de la cruz de Cristo, donde nuestro Señor Jesucristo fue ofrecido por nuestros pecados.
Todo el Tabernáculo nos habla de Cristo, por eso vemos destellos de él a través de los metales utilizados, y de su mobiliario.
El altar era de madera de acacia cubierto de bronce. La madera, nos habla en figura del Hijo de Dios, venido a nosotros y nacido en la tierra. Una madera imputrescible como la humanidad de Jesús, el hombre perfecto, pero recubierta con bronce: metal que vemos siempre con relación a la justicia de Dios ejecutada en juicio. Por eso el altar nos habla elocuentemente de la cruz de Cristo. Allí el Señor fue ofrecido sin mancha a Dios. (Hebreos 9:14) Y todo el fuego del juicio cayó sobre su persona (Lamentaciones 1:13)
El altar era cuadrado, lo cual nos habla del alcance universal de la obra de la cruz. No era más para un sector que para el otro, sino igualmente para todos, para salvación a los cuatro confines de la tierra (Isaías 11:12)
Tenía cuernos en sus cuatro esquinas. Los cuernos son una figura de poder*. En esos cuernos se colocaba la sangre, como un testimonio de que, por la obra de Jesucristo en la cruz, hay poder de salvación (Romanos 1:14)
¡Gloría al Señor por esas claras figuras en su Palabra!
*<La misma palabra cuerno se traduce como poder (Véase 1 Samuel 2:1) en las versiones Reina-Valera 1909 y 1960>
Pensamientos para reflexionar