“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35)
La Iglesia es un cuerpo, el cuerpo de Cristo. Los creyentes somos miembros del cuerpo de Cristo, y miembros los unos de los otros. (1 Corintios 12:27) (Efesios 4:25)
Todos tenemos el deber de cuidar a nuestros hermanos. Los cristianos no podemos decir como Caín: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? (Génesis 4:9) porque lo somos y debemos guardarnos mutuamente.
Para el cuidado de la grey, Dios ha provisto dones específicos. Ejemplo, el de Pastor. También en cada congregación, independientemente del don que tengan los hermanos, hay hermanos responsables, ancianos reconocidos que apacientan la grey del Señor. Pero esto no quita, que sin tener el don pastoral, ni ejercer el oficio de anciano, cada uno busque el bien de su hermano, lo visite, ore con él, comparta la Palabra, comente las reuniones etc.
A eso estamos llamados. A “amarnos con amor fraternal” (Romanos 12.10) “Alentándonos los unos a los otros” (1 Tesalonicenses 4:18) A “amonestarnos con toda bondad y llenos de todo conocimiento” (Romanos 15:4) “Exhortándonos los unos a los otros cada día… para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. (Hebreos 13:3)
Así como sin tener el don de evangelista, todos somos llamados a ser “obra de evangelista” (2 Timoteo 4:5) Sin tener quizás el don pastoral, ni el oficio de anciano, debemos apacentarnos los unos a los otros cuidándonos en amor.
Pensamientos para reflexionar