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“Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá” (Isaías 30:19)
“He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado” (1 Pedro 2:6)
¡Qué alentador es saber que la piedra del ángulo, escogida y preciosa que es una alusión a la persona del Señor Jesús, haya sido puesta en Sión!
El monte de Sión está en Jerusalén y nos habla del monte de la gracia. El hombre hubiera querido poner la piedra escogida en el monte Sinaí, que es el monte de la ley, porque siempre quiso hacer algo para ganar el favor de Dios y gloriarse, y porque no soporta que los demás sean tratados con gracia.
Por eso, cuando alguien se siente arruinado por las consecuencias del pecado en su vida, ya sea directamente, por malas acciones y decisiones, o indirectamente a causa de la enfermedad, que también tiene su origen en el pecado del hombre; y siente como que le dicen: “No hay para él salvación en Dios” debe repudiar esa voz recordando que en el monte de Sión está el Señor en su gracia, para levantar al caído que siente su perdición y se vuelve a él.
Así podrá luego podrá decir: “Con mi voz clamé al Señor y él me respondió desde su monte santo” (Salmo 3:2 y 4)
Tengamos presente: Nadie que clame a él quedará sin respuesta, ni será defraudado.
Pensamientos para reflexionar
