
“¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21)
“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” ( Josué 24:15)
Josué, exhortó al pueblo diciéndoles: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres… y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres… o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis” (Josué 24:14)
Esta exhortación es solemne. A Dios no se le sirve de labios, sino con verdadero temor y en integridad. Aun cuando esa fidelidad no nos sea ventajosa terrenalmente. Pues, íntegro es aquel que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia (Salmo 15:4)
Para eso, solamente Dios debe ocupar nuestro corazón. Es necesario sacar los dioses ajenos, que nos impidan ser fieles a Dios, sobre todo los que tenemos tan arraigados, como aquellos a los cuales sirvieron nuestros padres. Separarnos de todo lo que condicione nuestra vida y comportamiento, Como así también, separarnos de aquellos que no conocen a Dios y están a nuestro alrededor como para ellos era el caso de los amorreos. El mundo, no tiene a Dios en su consejo, ellos piensan, viven y se inclinan ante sus dioses y nosotros los creyentes no podemos congeniar con ellos.
Los creyentes, debemos hacer como dijo Josué. Yo y mi casa serviremos a Jehová. Sin importarnos lo que hace el resto.
Pensamientos para reflexionar