“Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis” (Lucas 11:46)
“Poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?” (Hechos 15:10)
Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros… y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30)
El yugo es el elemento de madera que se utilizaba para enyuntar dos animales y que pudieran tirar juntos del arado o de un carro. Ese elemento los unía en su andar y servicio. Así el Señor, quiere caminar con nosotros. No quiere vernos esforzarnos solos, sino que caminemos con él, llevando un yugo particular: Su yugo. Que es el de la obediencia para la gloria de Dios. Aclarándonos que eso no será difícil, porque ligera es su carga.
El hombre sin Dios, no quiere caminar con Cristo porque no encuentra placer en andar en los caminos de Dios. Pero, cuando angustiado y reconociendo su bancarrota moral encuentra en Cristo a su Salvador, se une a él de una manera especial “El que se une al Señor, un espíritu es con él” (1 Corintios 6:17) y ya la desobediencia que lo caracterizaba, desaparece, dándole lugar a la obediencia de corazón, donde los mandamientos del Señor ya no son gravosos (1 Juan 5:3)
Muchos rechazan esa gracia que se les ofrece y caminan solos o buscan tranquilizarse con una religión. La religión tiene un yugo distinto y cargas pesadas, pues exige que sea hagan cosas que cuestan esfuerzo, tiempo y dinero, pero que son incapaces de dar descanso a las inquietudes del alma.
Si estás cansado de la vida, acude a Cristo. Sólo Cristo satisface al transido corazón y Él, quiere ser tu salvador.
Pensamientos para reflexionar