Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:41)
“El Señor es mi Pastor, nada me faltará… Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando” (Salmos 23:1 y 5)
El buen pastor del Salmo 23 unge la cabeza de su rebaño con aceite. ¡Qué maravillosa es la Palabra de Dios!
El buen pastor ungía la cabeza del rebaño con aceite por razones prácticas que nos dejan hermosas enseñanzas espirituales.
Se ungían porque en determinados momentos cuando los carneros se enfrentaban se daban topetazos. Y el estar untados con aceite los golpes resbalaban evitando que se lastimaran seriamente. Además, impedía que las heridas se echaran a perder.
También se ungían con aceite por causa de los insectos y los parásitos. Las moscas que revoloteaban por encima de ellos, entraban en sus orejas y ponían sus huevos ocasionando un sin fin de males y los parásitos se procreaban produciendo una especie de sarna que se contagiaba de oveja a oveja. El aceite evitaba todas estas cosas y les daba paz.
En el lenguaje simbólico de la Palabra el aceite es figura del Espíritu Santo, y es justamente una vida guardada por el poder del Espíritu la que impedirá los enfrentamientos entre hermanos y curará las heridas. También evitará que todo aquello que como las moscas atormentan nuestra mente: Preocupaciones, ansiedad, temores y malestares se disipen. Pues la unción del Santo nos guardará del mal. Y tal como dice el dicho. Si bien no podemos evitar que las cosas revoloteen por encima de nosotros podemos evitar que nos hagan nido en la cabeza.
Pensamientos para reflexionar