El Señor Jesús, en su paso por esta tierra, se encontró con personas religiosas más apegadas a la tradición que a los mandamientos de Dios. Esto hizo doler su corazón.
En el Evangelio según Mateo Cap 15: vers. 3,8 y 9. Les dice a los Escribas y Fariseos: “¿Por qué vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?…este pueblo de labios me honra pero su corazón está lejos de mí, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.” ¡Cuán proclive es el hombre a seguir ciegamente los mandamientos de los hombres dejando de lado la Palabra de Dios! Por esta razón, la voz de Dios nos exhorta: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8)
Si los cristianos hubiéramos sido fieles a estas recomendaciones, hoy no existirían las sectas que vemos a nuestro alrededor ni las divisiones entre los creyentes, que no son otra cosa, sino el fruto de la voluntad humana que se antepone carnalmente ante la autoridad de las Escrituras “conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” “porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?¿Acaso está dividido Cristo? (1 Corintios 3:4 y 1:1)
Los tiempos que vivimos, son de tanta confusión religiosa, que es común que a los cristianos que se congregan sencillamente, tratando de guardar los mandamientos del Señor dados a su Iglesia, sean tildados, por los creyentes liberales, de religiosos legalistas conducidos por la tradición.
Sabemos que en todos los círculos cristianos, podría haber personas que tomen la Palabra con legalidad y que inclusive corran el riesgo de caer en una especie de orgullo religioso, creyéndose superiores a los demás. Sin embargo, esto no justifica que se critique la fe de los cristianos fieles que desean conducirse según la doctrina de Cristo. “teniendo memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros Apóstoles” (2 Pedro 3:2) tildándolos de legalistas que solo siguen la tradición.
Debido a esto, es necesario que los hijos de Dios sepamos verdaderamente a que se refería el Señor en las Escrituras, cuando les dijo a los escribas y fariseos que ellos quebrantaban el mandamiento de Dios por su tradición.
Tradición: Es la comunicación de costumbres, ritos, doctrinas… que se trasmiten y se mantienen de generación en generación.
Cuando un israelita, quitaba cosas de la ley, o agregaba cosas que el Señor no pedía, como era el caso del lavamiento de las manos cuando regresaban de los lugares públicos por la posibilidad de haber tocado a un gentil, y esto, lo trasmitía de generación, estaba conduciéndose por su tradición, en vez de por el mandamiento de Dios. Sin embargo, cuando trasmitía de generación a generación la ley del Señor y se le enseñaba a sus hijos (Deuteronomio 6:1-9) estaba haciendo lo que Dios le ordenaba.
Hoy en día, hay una corriente liberal tan grande, que muchos líderes religiosos tratan de hacerles creer a la gente, que todo aquello que no esté de acuerdo con los cambios que introdujo el modernismo, y con sus “doctrinas” debe ser refutado como simples tradiciones.
Todo cristiano espiritual maduro, reconoce que el tiempo pasa y muchas cosas se van adaptando necesariamente a los tiempos que se viven. Esto se ve por ejemplo, cuando por las modificaciones que sufre la lengua castellana no se utilizan en el uso diario, las revisiones bíblicas de doscientos años atrás, aunque se sigan consultando para estudios etc. sino alguna otra revisión más actual o cosas así por el estilo, que no alteran los principios espirituales. Eso, es muy distinto a los cambios de la corriente liberal moderna que nos veníamos refiriendo, los cuales, sí, alteran los principios espirituales, porque desobedecen a los que Dios dice en su Palabra.
Obviamente, ningún grupo religioso admite que desobedece a la palabra de Dios, sino por el contrario, dicen cumplir con lo que Dios desea, y cuando se evidencian las cosas que no cumplen, dicen que esas cosas, son costumbres o doctrinas secundarias que no tienen importancia; y ante los mandamientos bíblicos bien claros, los cuales no pueden obviar, se justifican argumentando versículos bíblicos sacados de su contexto, para defender una forma de libertad que no es justa. Es común que se citen versículos como: Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu de Dios, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17) “Estad pues firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1) “Porque… a libertad fuisteis llamados.” (Gálatas 5:1)
Los versículos sacados de su contexto que se esgrimen para confundir, si son leídos con atención y siguiendo el trasfondo, caen por su propio peso.
Los Gálatas eran creyentes que habían sido confundidos por personas que querían esclavizarlos bajo la ley de Moisés, haciéndolos circuncidar para que sean salvos. Ante este ataque del enemigo, que encerraba en sí mismo, un ataque directo contra la obra de la cruz enseñando prácticamente la salvación por obras; Pablo se levanta y habla de la libertad que hemos conocido, cuando aceptamos el evangelio. Pero esa libertad, era en contraste con la esclavitud de la ley y los mandamientos de los hombres, no era una libertad para que ahora cada uno haga lo que bien le pareciera, pensando que el fin justifica los medios. Lo mismo el otro pasaje de la segunda Epístola a los Corintios, cuando se nos hace ver la posición de los judíos con un velo puesto sobre sus ojos, el cual cuando se conviertan les será quitado. Allí se habla de que el espíritu de todas aquellas cosas que se anunciaban en la ley es el Señor, porque todo, desde los sacrificios, hasta los detalles mínimos de las ceremonias hablaban de Él. Y donde está el Espíritu de Dios, hay libertad. Ahora bien, preguntamos: ¿A qué libertad se refiere? Si leemos bien nos daremos cuenta que es la libertad que el pueblo de Israel no tuvo, porque todas esas verdades las miraban a través de un velo. Nosotros, en cambio, ahora conocemos a Cristo, Él es nuestro Salvador y por el Espíritu miramos a cara descubierta la gloria del Señor y somos transformados. Nunca se nos habla en la palabra de la libertad para la carne. Porque los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Como puede verse, se tergiversa y malinterpreta la Palabra de Dios, y luego se trata como tradición y mandamientos humanos, a los principios bíblicos que han sido dejados como parte de la sana doctrina.
El cristiano que desea obedecer al Señor, debe guardar su palabra. Su predicación, será el mensaje de la gracia de Dios, tal como lo hicieron los apóstoles: “Nosotros predicamos a Cristo y a este crucificado” (1 Corintios 1:23) pero no podemos olvidar, que quien hablaba así, y lo había llenado todo con el evangelio, también fue utilizado por Dios para que sepamos cómo debemos conducirnos “en la Casa de Dios, que es la casa del Dios viviente, Columna y Baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:16)
Desechar las enseñanzas claras de la Palabra, que nos dicen cómo debemos conducirnos en la iglesia, la posición y el ámbito de servicio del hombre y de la mujer, las verdades en cuanto al ministerio y los dones, la vida cristiana, el orden familiar etc. es desconocer totalmente el pensamiento de Dios y la autoridad de las Escrituras.
Queridos hermanos, y principalmente aquellos que recién empiezan a caminar con Cristo. No se dejen engañar con palabras persuasivas. Se critica a las iglesias cuando desean hacer la voluntad de Dios, porque mientras existan esos creyentes que deseen ser fieles, que aunque sean pocos en número forman “Una manada pequeña”, las desobediencias de la cristianad que corre desenfrenada, se ve juzgada. Estos principios que muchas veces se cuestionan, son verdades de Dios, que necesitamos aprender y enseñar, para que todo corazón sea llevado “a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5)
Por eso hermanos, prestemos atención a lo que escuchamos. La Biblia nos habla del peligro de la tradición, del peligro de las costumbres y de todo aquello que el hombre puede llegar a hacer religiosamente, pero, no confundamos esto, con aquello que nos fue enseñado por el mismo Dios.
Cuando se hacen cosas anti-escriturales, y decimos así, porque se ve en nuestros días en algunas congregaciones cristianas, cosas que no son simples innovaciones debido a los tiempos que vivimos, sino, desobediencias flagrantes a lo que Dios dice claramente en la Palabra; debemos reaccionar y decir que no estamos de acuerdo. Ya que no se trata de estar incumpliendo con lo que la iglesia siempre haya hecho por tradición, sino, desobedeciendo a lo que la Iglesia siempre hizo estando sujeta a quien es su cabeza y su salvador. Porque: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8) y “la palabra del Señor permanece para siempre” (1 Pedro 1:25)
Seamos de aquellos que desean obedecer a las Sagradas Escrituras, siguiendo las sendas antiguas. El hombre cambió a través de los años, y tolera hoy, cosas que hace apenas unos años atrás condenaba, y así, las congregaciones experimentan cambios dolorosos, porque el espíritu del mundo avasalla.
Si queremos honrar al Señor, no debemos caer en el error de copiar todo aquello que se hace en la cristiandad. Debemos saber diferenciar lo que es del hombre y lo que es Dios, “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17) teniendo siempre en cuenta que el fundamento de Dios está firme… apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (Ver 2 Timoteo 2:19)
Queridos hermanos, tengamos siempre presente esto: Una cosa es la tradición y la costumbre de los hombres, otra muy distinta la sana doctrina dejada por el Señor para que caminemos en ella. Y “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o de alguien que habla por su propia cuenta” (Juan 7:17)
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