“Ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14)
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido” (Hebreos 5:12)
Entre los cristianos sucede que cuando un joven termina su escolaridad primaria y secundaria, se le pregunta automáticamente: ¿Qué vas a estudiar? Y si el joven dice: No continuaré estudiando, iré a trabajar… enseguida se le dice: ¡Qué pena! ¡Tienes que estudiar una carrera, una profesión, un oficio! No puedes quedarte. La vida hoy exige que uno siga estudiando, avanzando, perfeccionándose, etc. ….
Pero muchos cristianos que piensan así en cuanto a la vida terrenal, no piensan lo mismo en cuanto a su vida espiritual. Y cuando se los alienta a estudiar las Sagradas Escrituras, a prepararse por medio del estudio de las verdades bíblicas para crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 4:7) Presentan excusas. Hasta que finalmente, terminan confesando que con lo que saben acerca de la salvación, ya les basta. Que estudiar y profundizar en las diferentes doctrinas no les interesa pues lo consideran secundario. Así quedan en un enanismo espiritual y son llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina.
Jesús dijo: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Juan 6:27) Lo terrenal, válido en cierto sentido, siempre será momentáneo. Por eso el Señor dijo que hay que trabajar, esforzarse y estar ocupados, no en las cosas que perecen sino en aquellas que perdurarán siempre porque tienen consecuencias eternas.
Pensamientos para reflexionar