LA GUÍA DEL ESPÍRITU Y LAS CIRCUNSTANCIAS

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti” (Salmo 32:8,9)

“¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger” (Salmo 25:12)


Los creyentes quisiéramos saber siempre cuál es la voluntad de Dios en aquellas cosas puntuales, como son las decisiones que tomamos diariamente. Donde, más allá de las claras directivas de la Palabra, necesitamos la guía del Espíritu para saber qué es lo que  Dios quiere. Por ejemplo. Si alguien se propone hacer obra de evangelista, sabe positivamente por la Palabra de Dios que eso está dentro de la voluntad de Dios. (Eclesiastés 11:6, 2 Timoteo 2:4,5) Pero lo que no está escrito, y deberá buscar, es  la guía del Señor, para saber si debe hacerlo yendo al norte o al sur. Algunos, en situaciones así, se conforman con saber que básicamente la voluntad de Dios los aprueba, y ante lo demás, como cuándo y dónde, lo dejan para que la providencia divina lo manifieste por medio de las circunstancias.

Alguien meditando en esto escribió: La providencia divina, gobernará nuestras vidas, impidiendo muchas veces que vayamos donde hubiésemos querido ir, o enviándonos a donde nunca hubiésemos pensado, pero no es la providencia moviendo las circunstancias lo que debemos buscar, sino la guía del Espíritu. Pues la providencia gobierna las circunstancias, pero Dios desea que seamos guiados a través de su Espíritu.

Los creyentes debemos sentir la paz que nos da la dirección del Espíritu al mostrarnos el camino a seguir, no esperando ser conducidos siempre por las circunstancias como si no tuviésemos entendimiento.


Pensamientos para reflexionar

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