“Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo… pues a ninguno tengo del mismo ánimo… Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio” (Filipenses 2:19,20 y22)
“Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo” (1 Corintios 16:10)
Timoteo es un ejemplo hermoso de fe y de gracia que alienta nuestros corazones.
La Biblia dice que era “hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego” (Hechos 16:1)
Esto era una anomalía en el pueblo de Dios. Seguramente no tuvo una familia bien formada en el Señor, y de su padre no pudo recibir mucho, pero su madre le enseñó las Sagradas Escrituras desde pequeñito, y le habló de su fe. (2 Timoteo 1:5 3:15) Así se cumplieron en él las promesas divinas, las cuales nos alientan a instruir a nuestros niños en el camino, sabiendo que aun cuando fueren viejos no se apartarán de él (Proverbios 22:6)
En su primer viaje misionero Pablo y Bernabé pasaron por Derbe y Listra e hicieron muchos discípulos. Uno de aquellos convertidos, aparentemente fue un jovencito, llamado Timoteo. Luego de aproximadamente tres años, Pablo y Silas volvieron a aquel lugar, y encontraron a ese joven, como un discípulo fiel, del cual todos daban buen testimonio. (Proverbios 20:11)
Pablo quiso que lo acompañara a la obra y lo llevó consigo. Timoteo terminó siendo un siervo fiel en la Iglesia.
La gracia se manifestó en Timoteo. Esto alienta a toda madre a criar a sus hijos en el camino de Dios, leyéndoles la Palabra, orando por ellos y llevándolos a las reuniones.
“Y a su tiempo, segaremos sino desmayamos” (Gálatas 6:9)
Pensamientos para reflexionar