“Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban.” (Mateo 26:59,60)
Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. (Tito 2:6-8)
Los ancianos y diáconos debían ser irreprensibles (1 Timoteo 3:2,10) Como todos los hijos de Dios debemos serlo (Filipenses 2:5) Es decir estar en un estado que no necesita reprensión. Y si en algún momento el creyente necesitó reprensión, tal el caso de Pedro, eso arreglarlo mediante la confesión del pecado a los pies del Señor. “Para ser hallados por él sin mancha e irreprensibles en paz (1 Pedro 3:14)
Daniel era irreprensible. Tanto es así que, cuando quisieron culparlo de algo, dijeron: “No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios” (Daniel 6:5) ¡Qué testimonio maravilloso!
¡Cuántas enseñanzas nos deja la vida de Daniel! Él jamás negó su fe. Se guardó para no contaminarse y vivió su vida piadosamente de tal manera que si tenían que acusarle de algo, sería por algo que no podría negar de su fe, y no por otras cosas.
Así debemos vivir los cristianos. De manera tal que si en el trabajo, o donde nos movamos, deben regañarnos por algo, no sea porque llegamos tarde, faltamos y no cumplimos, sino porque no somos como ellos y no participamos de los que hace el resto que no conoce al Señor.
El no correr con los demás nos podrá causar algún ultraje (1 Pedro 4:4) pero lo importante es guardarnos irreprensibles delante de nuestro Dios.
Pensamientos para reflexionar