
“No te desvíes a la derecha ni a la izquierda” (Proverbios 4:27)
“La ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo… y vimos su gloria… lleno de gracia y de verdad” “(Juan 1:14 y 17)
La ley fue dada, la gracia, vino mediante una persona: Jesucristo, quien dijo: “Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6) Esto es, lleno de gracia y de verdad.
Debemos reconocer que esos dos principios son difíciles de congeniar.
En Cristo se vieron, como los ingredientes del incienso aromático que subía en olor grato para Dios, “todo en igual peso” (Éxodo 30:34) pero, en los hombres, muchas veces muestran un desequilibrio. Se proclama la gracia dejando de lado la verdad, cayendo en la liviandad, o se mantiene la verdad, con justicia, carente de gracia, lo cual termina siendo legalismo.
El testimonio dado acerca de Jesucristo, debe ser justo y claro, por eso, en la iglesia, la cual es su casa, se ejerce la disciplina.
Esa disciplina manifiesta la verdad, pero siempre con gracia. “Porque el Señor no desecha para siempre” (Lamentaciones 3:31) y el objetivo de la disciplina, no es verse libre del mal quitándolo del medio, en lo cual no habría gracia; sino la restauración de quien haya pecado.
Pensamientos para reflexionar