“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16)
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (2 Timoteo 4:16)
Todo lo que dice la Biblia es importante y debemos tomar esas enseñanzas y andar en ellas, sin apartarnos ni a diestra ni a siniestra (Deuteronomio 5:32)
Dios nos habla por medio de su Palabra, y esto, tiene una sola interpretación, la cual debemos buscar bajo la guía del Espíritu. Luego, pueden hacerse sobre un mismo texto, varias aplicaciones espirituales. Es decir que, de un texto, del cual interpretamos primeramente que es una exhortación para el pueblo de Israel en un momento determinado, podemos tomar una enseñanza para nosotros aplicándola para la Iglesia. Pues, como dice el aforismo: “No toda la Palabra habla de nosotros, pero sí, toda la palabra nos habla a nosotros”.
Lamentablemente, esto que decimos y es tan obvio, actualmente se ha olvidado, y la Biblia y la buena interpretación, se ha dejado de lado, dando pie a que se presenten como doctrinas fundamentales, cuestiones de interpretación privada, sectarismos, costumbres, o prácticas por tradición.
Por otro lado, hay algunos creyentes que al no estar de acuerdo con la doctrina Bíblica y no comprendiéndola bien, hacen su propia doctrina según su parecer, diciendo: “Yo creo… Yo pienso, etc.” Pero, ¿dónde está la base bíblica de lo que dicen? Quizás como se dice sarcásticamente, en el libro de Suponías, porque esas son meras suposiciones e interpretaciones equivocadas sobre las cuales el Señor dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras” (Mateo 22.29)
Pensamientos para reflexionar