“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11)
“Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto” (Deuteronomio 32:4)
“La roca era Cristo…” (1 Corintios 10:4)
Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Y también: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Simón Pedro, fue encomiado por su respuesta, porque había discernido algo que se lo había revelado el Padre que está en los cielos. (Mateo 16:13-18)
Algunos entendieron que la roca era Pedro, y que, sobre Pedro, el Señor edificaría su Iglesia, Evidentemente, eso es una mala interpretación. La Roca, sobre la cual se edificaría la Iglesia, era la confesión de Cristo mismo, que Pedro acabada de hacer.
Pedro había confesado que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
La Iglesia se formaría con personas nacidas de nuevo que creyeran que Jesús es el Cristo, el Hijo del viviente.
La Biblia fue escrita “para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengamos vida en su nombre” (Juan 20:31) Su Nombre, declara que es el Salvador (Mateo 1:21) El único sin pecado que vino a morir por nuestros pecados.
No se trata de creer y confesar que uno cree en un Cristo histórico que fue un hombre bueno y un varón profeta. Sino de creer en Jesús como salvador, reconociéndolo como el Cristo, el Hijo del Dios viviente. ¿Crees tú en el Hijo de Dios?
Pensamientos para reflexionar