“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:9.10)
Es común escuchar en las predicaciones: “Dios odia al pecado, pero ama al pecador” Y muchos se preguntan si es justa esa declaración, porque recuerdan expresiones como: “Aborreces a todos los que hacen iniquidad” (Salmo 5:5) y otras declaraciones que muestran que el pecado está tan íntimamente ligado al hombre, que cuando al hombre se lo presenta asociado a su pecado oponiéndose a Dios, el hombre es uno con su pecado, y por lo tanto, Dios que aborrece el mal, también lo aborrece. Aborrecer es abominar, detestar, tener aversión…
Sin embargo, las Escrituras abundan también en declaraciones que afirman que Dios ama al hombre pecador. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5.8) “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito…” (Juan 3:16)
Entonces: ¿Cómo entender ambas declaraciones? La respuesta es sencilla y no hay ninguna contradicción en la Biblia, sino que se debe tener en cuenta que Dios que es amor (1 Juan 4:8) Ama con benevolencia a toda su creación. Por lo tanto, el hombre es amado por Dios con benevolencia. Dios quiere hacerle bien, busca su bien y le hace bien. Sin que eso quite que aborrezca el pecado. Y también ama con complacencia a todos aquellos que gozan de su comunión, andan en sus caminos, aman su Palabra y hacen su voluntad.
Pensamientos para Reflexionar