SIENDO SIEMPRE AGRADECIDOS

“Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10)

“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3)

“Porque sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Romanos 7:18)


Un predicador del evangelio que antes de su conversión había vivido perdidamente, una vez fue asaltado por un hombre que le quitó todo cuanto llevaba. El predicador oró agradeciendo a Dios, pero alguien que lo escuchó orar lo interpeló sorprendido, diciéndole: ¿Cómo puedes agradecer a Dios cuándo te acaban de robar todo lo que tenías?

El predicador, pacientemente le explicó lo siguiente: Le agradecí a Dios por tres cosas. Primero porque el delincuente, solo me sacó el dinero que llevaba y no me hizo nada más. Segundo porque lo que me sustrajo es recuperable. El Señor que me sostiene, seguramente proveerá lo que me falte. Y tercero, porque estoy agradecido que habiéndose cometido un hecho delictivo no fui yo quien obró mal, sino que fui la víctima.

Aquel hombre se consideraba así mismo sabiendo bien lo que era la gracia de Dios. Muchas veces los creyentes olvidamos lo que es nuestro corazón natural y no somos agradecidos. Pedro confió en su carne, y terminó negando al Señor tres veces. Los discípulos en cambio, estuvieron bien al menos cuando el Señor les dijo que uno de ellos lo iba a entregar y ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? (Marcos 14:19) Pues esa es la postura correcta: Confiar en el Señor y obrar siempre con agradecimiento, no teniendo confianza en la carne (Filipenses 3:3)


 Pensamientos para reflexionar

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