“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9)
“Para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18)
Una persona decía: Si la salvación es por gracia mediante la fe y la fe es un don de Dios (Efesios 2:8) Yo no tengo la culpa de no creer y Dios no me podrá condenar porque la culpa no es mía. Simplemente no creo, porque Dios no ha querido darme esa fe.
Este razonamiento absurdo y de carácter algo infantil que consiste en responsabilizar a Dios, por el rechazo voluntario de su corazón a creer en el Hijo de Dios como salvador entregándole la vida, es más común de lo que parece, pues las personas quieren ser libres para rechazar todo cuanto no les parezca adecuado, pero no quieren asumir la responsabilidad de sus decisiones.
La salvación es por gracia, mediante la fe, y todo cuanto esto implica, es don de Dios. Es decir, es algo dado por Dios. La Salvación, la gracia, la fe, y todo absolutamente, pues son cosas originadas y procedentes de Dios y no de nosotros.
Que la fe salvífica no sea de nosotros, sino un don de Dios, quiere decir que los seres humanos, no nacemos con fe aceptando todo lo que Dios dice, sino lo contrario. Por naturaleza somos desobedientes y no hay quien entienda, ni quien esté de acuerdo con Dios, ni quien le busque, ni nada. Por eso los seres humanos, necesitamos que Dios trabaje internamente en nosotros para que nuestro corazón lo reciba.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar