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“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:12,13)
“Por cuanto la mentalidad de la carne es enemistad contra Dios; porque no se somete a la ley de Dios, ya que ni siquiera puede” (Romanos 8:7 RV77)
Cuentan que un tahúr, luego de una noche de juerga, salió al mediodía para tener una partida en un barco. Al llegar al puerto un poco retrasado vio que estaban por zarpar y subió rápidamente. Grande fue su sorpresa al ver a la gente cantando himnos de alabanza a Dios y ver que no había mesas de juego, ni gente fumando y bebiendo como las que generalmente había en su entorno. Al preguntar, le explicaron que el casino flotante ya había zarpado hace rato, que había subido a un barco evangélico donde se celebraban reuniones. El hombre desesperado, le rogó que lo dejara en tierra en cualquier lugar porque quería bajarse enseguida. En ese lugar, él se encontraba totalmente desubicado e incómodo.
Esto nos hace ver una gran verdad. Dios nos busca, nos salva y nos hace aptos para gozar de sus cosas (Colosenses 1:12) El hombre natural carece de esa aptitud. En su aflicción quisiera vivir en paz y tranquilo, pero su carne no se siente cómoda en la presencia de Dios. No soporta la luz, ni es atraído por lo santo. Si Dios lo llevara al cielo en la carne, pediría salir, porque así somos por naturaleza. Sin embargo, Dios obra de tal manera en nosotros que nos hace aptos para gozar de la herencia de los santos en luz, entonces sí, encontramos placer en el bien. ¡Bendito sea su Nombre!
Pensamientos para reflexionar
