
“Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia” (Deuteronomio 4:9)
“Ten cuidado de ti mismo” (1 Timoteo 4:16)
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón” (Proverbios 4:23)
Sabemos que el enemigo de nuestras almas que se llama diablo y Satanás (Apocalipsis 12:9) procura nuestro mal siempre; pero, debemos reconocer que no todo cuanto nos acontece y aflige, es culpa directa suya.
La Biblia dice: » El que es engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca» (1 Juan 5:18 RVR09) Esta recomendación la olvidamos fácilmente.
No podemos tener una vida cristiana, victoriosa y feliz, si no sabemos guardarnos a nosotros mismos, evitando darle lugar al diablo.
Como cristianos, quizás, no tenemos dificultad en cerrarle los accesos a Satanás cuando se trata de cosas groseras del ámbito de las tinieblas, pero, le dejamos las puertas abiertas cuando se trata de cosas sutiles, como por ejemplo nuestro carácter, el cual continuamente nos hace pecar.
No podemos permitirnos, tener mal carácter, celos amargos, raíces de amargura… porque de todas estas cosas se vale el diablo para hacernos cortar la comunión con Dios.
Una mala contestación, una respuesta hiriente, bastan para entristecer al Espíritu Santo y debemos reconocer con humillación que muchas veces nos permitimos tenerlas, siendo vencidos de lo malo, dándole lugar al diablo.
Debemos aprender a guardarnos y si desbordamos, debemos inmediatamente confesarlo ante el Señor, pidiéndole también perdón a quienes lastimemos.
La Biblia dice: «Es más fuerte el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad» (Proverbios 16:32)
Pensamientos para reflexionar